La escucha activa a través del Lenguaje No Verbal

La comunicación no verbal es crucial para escuchar con atención. A continuación, observaremos algunos de los signos más comunes, pero debemos tener cuidado según la cultura en la que nos encontremos, ya que pueden existir pequeñas o grandes diferencias.

Las sonrisas como indicación de atención

Las pequeñas sonrisas pueden ser útiles para indicar que se está prestando atención a lo que se dice, o para expresar conformidad o satisfacción con los mensajes recibidos. Acompañadas de movimientos de cabeza, las sonrisas pueden servir para confirmar que los mensajes se han escuchado y entendido.

Cada cultura, sin embargo, tiene su propio “lenguaje” no verbal, con variaciones sutiles o significativas en los significados que asigna a ciertos gestos o expresiones. Por ejemplo, el contacto visual es considerado una muestra de respeto y atención en algunas culturas occidentales, mientras que en ciertas culturas asiáticas puede interpretarse como una señal de desafío o falta de respeto. Del mismo modo, una sonrisa puede indicar aprobación y cordialidad en un contexto, mientras que en otro puede ser interpretada como nerviosismo o inseguridad.

Es por esto que, al interpretar la comunicación no verbal, debemos tener en cuenta no solo los elementos físicos de la comunicación sino también el contexto cultural. Esto no solo ayuda a evitar malentendidos, sino que también promueve una escucha más consciente y respetuosa de la diversidad cultural, enriqueciendo nuestras habilidades para conectar y comprender mejor a los demás en un entorno multicultural. En resumen, prestar atención a estos matices nos permite una escucha más efectiva, haciendo que la comunicación sea fluida y comprendida en su totalidad.

El contacto visual y su efecto en el orador

El contacto visual con el público es común y a menudo motiva al orador. Sin embargo, puede resultar intimidante, especialmente para los oradores más tímidos. En estos casos, es beneficioso complementar el contacto visual con sonrisas y otras señales no verbales para apoyar y alentar al orador.

Postura corporal como reflejo de escucha activa

La postura corporal de las personas durante las interacciones puede revelar información sobre ellos. Quien está escuchando atentamente suele inclinarse un poco hacia adelante o hacia un lado mientras está sentado. Otras señales de que alguien está escuchando activamente pueden ser una leve inclinación de la cabeza o apoyar la cabeza sobre una mano.

Evitar distracciones para una escucha eficaz

El oyente atento debe mantenerse enfocado y evitar inquietarse, mirar la hora, hacer dibujos, jugar con el cabello o arreglarse las uñas.

Interferencia: obstáculo en la escucha atenta

Este es uno de los principales elementos que obstaculizan la escucha atenta; se puede definir como todo lo que interfiere con la capacidad de prestar atención y comprender un mensaje. Hay varios tipos de interferencia, y los cuatro más frecuentes cuando se habla en público son: ruido físico, ruido psicológico, ruido fisiológico y ruido semántico.

La limitada capacidad de atención en la actualidad

La capacidad de mantener la atención es limitada, especialmente en la actualidad, cuando se dice que el público tiene dificultades para prestar atención a un mensaje de manera constante. Aunque estas afirmaciones puedan ser cuestionables, es probable que incluso cuando estamos muy interesados en algo, experimentemos momentos de distracción ocasionales.

La escucha eficaz y el control de los sesgos

Escuchar de manera efectiva implica mantener una mente abierta y no sacar conclusiones hasta que el orador haya terminado de comunicar su mensaje. La escucha con prejuicios se caracteriza por llegar a juicios apresurados, creyendo que no es necesario escuchar porque ya se sabe todo. Estos sesgos pueden deberse a ideas preconcebidas sobre el orador o el tema. Todos tenemos sesgos, pero una escucha activa y de calidad debe saber controlarlos.

Temor a comprender: barrera para la escucha atenta

El temor a comprender es el miedo a no poder entender el mensaje o procesar la información adecuadamente, o a no poder adaptar nuestro pensamiento para incorporar la nueva información de manera coherente. En algunas situaciones, la atención puede dispersarse si creemos que la información presentada es demasiado complicada para comprenderla por completo.

Actividades para mejorar la escucha atenta

Existen numerosos ejercicios y técnicas que pueden desarrollar nuestra habilidad de escuchar activamente. Los más comunes son dinámicas grupales diseñadas para reforzar ciertas capacidades, como:

El ciego

Se divide a un grupo de personas en dos equipos. Cada equipo selecciona a una persona para que asuma el papel de una persona con los ojos vendados. El resto del equipo debe ayudar a guiar a la persona con los ojos vendados a través de una habitación hasta el otro extremo, sin chocar con los obstáculos. Lo más importante de esta dinámica es entender la relevancia de la forma en que la persona con los ojos vendados interpreta y sigue las instrucciones que le dan los demás.

Comparte tu historia

En este ejercicio, dos personas deben narrar de manera concisa una historia, resaltando los acontecimientos importantes y significativos. Luego, cada uno presentará a su compañero y contará la historia que escuchó, reflejando también los sentimientos y emociones que se expresaron en el relato. Al finalizar, se generará un debate y se harán preguntas como: ¿sentiste que tu compañero te escuchaba y entendía? ¿cómo te sentiste cuando contaron tu historia y tus emociones? ¿qué fue lo más difícil de repetir y reflejar? Esta dinámica busca mejorar la atención, enfocarse en el contenido y las emociones del mensaje, y tomar conciencia de que sentirse profundamente escuchado libera y conecta emocionalmente. También nos permite desarrollar nuestra capacidad de empatizar con los demás.

Belén Stettler

Belén Stettler es una líder en comunicación política con una sólida formación académica y experiencia profesional. Como becaria del prestigioso programa Fulbright, participó en un programa de Política y Liderazgo Político en la Universidad de Massachusetts, donde se especializó en liderazgo y estrategias políticas. Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA), con orientación en opinión pública y publicidad, Belén ha desarrollado una carrera enfocada en la comunicación estratégica. Completó una diplomatura en Comunicación Gubernamental en la Universidad Austral, destacándose en la planificación y ejecución de estrategias de comunicación para la gestión pública. Con más de una década de experiencia, ha trabajado tanto en el sector público como privado, capacitando a líderes y funcionarios en habilidades de comunicación y liderando campañas a nivel nacional, provincial y municipal.