Un equipo de investigadores finlandeses llevó a cabo un estudio revolucionario que ha cambiado la forma en que entendemos la relación entre las emociones y el cuerpo humano. Durante años, la comunidad científica ha debatido si las emociones realmente tienen un impacto directo y localizable en nuestro cuerpo. Este estudio no solo confirma esta conexión, sino que proporciona un mapa claro de cómo y dónde se manifiestan las emociones.
El experimento: localizar las emociones en el cuerpo
Más de 700 personas participaron en el estudio. Los investigadores les pidieron que identificaran físicamente las áreas donde sentían cada una de las 14 emociones seleccionadas. Estas emociones iban desde las más comunes y reconocibles, como la alegría, la tristeza y el enfado, hasta otras más abstractas o difíciles de definir, como la ansiedad y el desagrado.
Para ello, utilizaron una figura del cuerpo humano, sobre la cual los participantes debían marcar con colores las zonas donde sentían activación o desactivación física al experimentar cada emoción. Este enfoque permitió obtener resultados altamente visuales y comparables.
Un objetivo científico claro
El equipo de la Universidad de Aalto buscaba más que simples observaciones anecdóticas. Su propósito era llenar un vacío en la literatura científica al ofrecer datos empíricos sobre cómo las emociones, tradicionalmente asociadas al cerebro, se manifiestan también en el cuerpo. Así, pretendían validar la conexión cuerpo-mente, que hasta entonces solo se discutía desde teorías y no desde pruebas concretas.
El mapa corporal de las emociones
El resultado más fascinante del estudio fue la creación de un “mapa corporal de las emociones”. Este mapa revela que las emociones básicas, como la alegría, el miedo y la ira, se concentran en zonas específicas del cuerpo de manera casi universal, sin importar la cultura de los participantes.
Por ejemplo:
- La ira: genera una intensa activación en las manos y el pecho, posiblemente preparándonos para responder físicamente.
- El miedo: se centra en el pecho y las piernas, reflejando la preparación del cuerpo para huir.
- La tristeza: se experimenta como una pérdida de energía, especialmente en las extremidades.
- La felicidad y el amor: se sienten en todo el cuerpo, llenándolo de vitalidad.
Emociones más complejas: desprecio y ansiedad
Las emociones consideradas más “complejas”, como el desprecio y la ansiedad, mostraron patrones diferentes.
- El desprecio: activa la cabeza y las manos, pero disminuye la energía en el resto del cuerpo, especialmente en la zona de la pelvis y las piernas, lo que podría interpretarse como una desconexión física.
- La ansiedad: concentra su intensidad en el torso, causando sensación de opresión o incomodidad, mientras que las extremidades parecen “desactivarse”, reflejando una incapacidad de actuar con normalidad ante esta emoción.
La intensidad de las emociones y su vínculo con el cuerpo
Un estudio complementario realizado por el mismo equipo profundizó en la relación entre la intensidad emocional y la sensación física. Descubrieron que emociones más fuertes no solo generan una mayor respuesta mental, sino también una activación física más pronunciada. Esto significa que cuanto más intensa es una emoción en nuestra mente, más la sentiremos físicamente en nuestro cuerpo.
Una experiencia universal con matices culturales
Uno de los aspectos más llamativos del estudio es que las emociones parecen manifestarse de forma similar en todos los seres humanos, independientemente de su cultura. Por ejemplo, sensaciones como “mariposas en el estómago” al estar enamorados o “nudos en la garganta” al sentir tristeza son experiencias compartidas universalmente.
Sin embargo, las culturas sí influyen en cómo expresamos estas emociones:
En Japón, se tiende a reprimir las emociones en público, priorizando la discreción y el autocontrol. En cambio, en muchos países de América Latina, las emociones suelen expresarse de manera más abierta y efusiva, lo que puede ser percibido como exagerado desde perspectivas más conservadoras.
Este hallazgo subraya que, aunque el cuerpo reacciona de forma universal a las emociones, las normas culturales moldean nuestra manera de mostrarlas al mundo.
El cuerpo: protagonista olvidado en las emociones
Las emociones son alteraciones automáticas que surgen como respuesta a estímulos del entorno. Estas reacciones nos protegen, nos advierten de peligros y nos permiten disfrutar de experiencias significativas. Sin embargo, en la era moderna, donde la neurociencia domina el estudio del comportamiento humano, el papel del cuerpo ha sido relegado a un segundo plano.
Cuerpo y cerebro: una relación inseparable
A pesar de los avances tecnológicos y el enfoque en el cerebro, los expertos insisten en que el cuerpo es fundamental para comprender las emociones. No es posible experimentar emociones sin las respuestas físicas que las acompañan. El cuerpo y el cerebro trabajan en conjunto, y ambos son esenciales para nuestra supervivencia y bienestar emocional. Este estudio resalta que, lejos de ser solo un “contenedor” del cerebro, el cuerpo es un actor clave en cómo sentimos, entendemos y expresamos nuestras emociones.
Belén Stettler es una líder en comunicación política con una sólida formación académica y experiencia profesional. Como becaria del prestigioso programa Fulbright, participó en un programa de Política y Liderazgo Político en la Universidad de Massachusetts, donde se especializó en liderazgo y estrategias políticas. Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA), con orientación en opinión pública y publicidad, Belén ha desarrollado una carrera enfocada en la comunicación estratégica. Completó una diplomatura en Comunicación Gubernamental en la Universidad Austral, destacándose en la planificación y ejecución de estrategias de comunicación para la gestión pública. Con más de una década de experiencia, ha trabajado tanto en el sector público como privado, capacitando a líderes y funcionarios en habilidades de comunicación y liderando campañas a nivel nacional, provincial y municipal.