El estudio del comportamiento se basa en la ciencia desarrollada en investigaciones evolutivas con animales. Sin embargo, surge la interrogante: ¿se le da demasiado valor en el contexto humano?
La forma en que nos movemos y nos comportamos puede reflejar diversos sentimientos y características de nuestra personalidad. En la actualidad, el lenguaje corporal ha dado lugar a una industria que sostiene que las señales no verbales pueden dar pistas relevantes sobre alguien en circunstancias críticas
Algunas empresas contratan asesores para que escriban columnas sobre el lenguaje corporal de los hablantes en encuentros entre líderes mundiales. En YouTube, personas que se autoproclaman expertas en interpretar las expresiones faciales de figuras famosas suelen tener un gran número de visualizaciones.
Algunos estudios miran cómo gestos del cuerpo pueden afectar la opinión pública. En ocasiones, especialistas buscan interpretar los pensamientos de personas famosas según pistas leves.
Los profesionales del comportamiento coinciden en que nuestras expresiones corporales pueden revelar nuestras emociones internas, pero no todas las teorías radicales sobre este tema cuentan con respaldo científico. Por ejemplo, creer que un solo gesto puede revelar con certeza lo que alguien piensa o desea, que alguien está mintiendo debido a mucho contacto visual, que una sonrisa sin arrugas oculares es falsa, o que apuntar con el dedo cerrado muestra autoridad.
La no verbal en política es crucial, ya que impacta en la opinión del público sobre los políticos, señala Vincent Denault, un experto de la Universidad de Montreal en comunicación. Sin embargo, cuando se discute el lenguaje del cuerpo en los medios, a menudo se convierte en entretenimiento en lugar de ciencia, lo que puede propiciar la desinformación.
Los primeros estudios sobre el lenguaje corporal, conocido también como comportamiento no verbal, se iniciaron en las décadas de los 60 y 70 con la intención de confirmar la presencia universal de las expresiones faciales de las emociones. David Matsumoto, un psicólogo de la Universidad Estatal de San Francisco y responsable de Humintell, una institución que proporciona capacitación en lenguaje corporal y efectúa investigaciones para empresas y entidades públicas, indica que tales investigaciones estaban motivadas, en parte, por el libro de Charles Darwin “La expresión de las emociones en el hombre y los animales”, el cual había pasado desapercibido un siglo antes.
Desde aquel momento, expertos han analizado de qué manera ciertas áreas del cerebro responden ante diferentes gestos faciales, así como la habilidad de los bebés para imitar gestos por medio de sus manos y su expresión facial. Al mismo tiempo, han explorando a fondo las complejidades y detalles del lenguaje corporal, el cual puede ser confuso de interpretar a pesar de ser tan común en nuestra vida diaria.
Para estudiosos como Denault, la comunicación sin palabras implica todas las señales que van más allá del lenguaje hablado. Un conferenciante puede dar impresión moviendo los hombros, tocándose la nariz, golpeteando el pie, rodando los ojos, o secándose la frente. La vestimenta de una persona, el lugar donde se encuentra, la entonación, las pausas, y los balbuceos al hablar son todos signos no verbales que afectan la forma en que el público percibe.
A pesar de que se dice que el lenguaje corporal es complicado y varía según la situación, un reducido equipo de asesores y profesionales lo utiliza desde hace mucho tiempo en diversas situaciones, como en el trabajo, presentaciones y revisiones de seguridad en aeropuertos.
Algunos expertos también aseguran poder utilizar esas señales para descifrar pensamientos y sentimientos secretos. Por ejemplo, en medios de comunicación algunos expertos explican que la postura de las manos de Donald Trump durante sus discursos revela su convicción en lo que dice, o que cuando la gente se frota la cara indica nerviosismo. Sin embargo, de acuerdo con Denault, asignar estados de ánimo a gestos específicos o asumir que cierto gesto tendrá un efecto particular en la audiencia sin matices, plantea dudas..
Dawn Sweet, una experta en comunicación de la Universidad de Idaho dice que no se puede identificar un solo motivo para que alguien mienta o sea agresivo. Sweet y su equipo evalúan tanto el lenguaje corporal como las palabras de una persona, ya que ambos transmiten el mismo mensaje. También estudian la situación en la que ocurre este comportamiento para comprender mejor a la persona involucrada. Es esencial determinar si la conducta es propia de la persona o es un comportamiento atípico.
Sweet hace referencia a un conjunto previo de evaluaciones de numerosos estudios que abarcaban más de 1,300 estimaciones de 158 posibles indicadores de deshonestidad. Estos estudios se enfocaron en las señales del lenguaje corporal que comúnmente se vinculan con la falta de veracidad, como el movimiento inquieto o la evitación de la mirada. Sin embargo, se determinó que este tipo de señales no están directamente ligadas con la mentira, o solo de manera muy mínima. En resumen, no hay posibilidad de que los seres humanos necesariamente muestren indicios al mentir.
Belén Stettler es una líder en comunicación política con una sólida formación académica y experiencia profesional. Como becaria del prestigioso programa Fulbright, participó en un programa de Política y Liderazgo Político en la Universidad de Massachusetts, donde se especializó en liderazgo y estrategias políticas. Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA), con orientación en opinión pública y publicidad, Belén ha desarrollado una carrera enfocada en la comunicación estratégica. Completó una diplomatura en Comunicación Gubernamental en la Universidad Austral, destacándose en la planificación y ejecución de estrategias de comunicación para la gestión pública. Con más de una década de experiencia, ha trabajado tanto en el sector público como privado, capacitando a líderes y funcionarios en habilidades de comunicación y liderando campañas a nivel nacional, provincial y municipal.
