En este artículo, exploramos en profundidad cómo proyectar seguridad y firmeza a través de nuestro cuerpo y voz. Para ello, desglosamos las claves esenciales que nos permitirán maximizar estos dos poderosos elementos de la comunicación no verbal. Ya hemos mencionado en artículos anteriores que gran parte de lo que transmitimos a los demás no pasa por las palabras, sino por nuestra corporalidad y vocalización. Estos aspectos juegan un papel crucial a la hora de alcanzar nuestros objetivos, ya que pueden reforzar o, en su defecto, debilitar nuestro mensaje.
La firmeza es fundamental cuando se trata de comunicar aspectos importantes como establecer límites, defender nuestras ideas o decisiones, y expresar de manera clara nuestras necesidades o solicitudes. Este tipo de comunicación se distingue por su seriedad y contundencia, lo que nos ayuda a evitar ambigüedades o malentendidos. Sin embargo, es importante destacar que proyectar firmeza no implica necesariamente rigidez o dureza. Aunque existe una diferencia sutil entre la seguridad y la firmeza, ambos registros se complementan y pueden coexistir de forma armoniosa, como veremos a lo largo de este análisis.
Al mantener una postura firme, clara y coherente con lo que decimos, no solo demostramos confianza en nosotros mismos, sino también respeto hacia quienes nos escuchan. La clave radica en encontrar el equilibrio adecuado entre determinación y flexibilidad, permitiendo que nuestro lenguaje corporal y vocalización refuercen nuestra postura sin generar tensiones innecesarias. A continuación, explicaremos cómo lograr esta sinergia entre firmeza y accesibilidad en nuestra comunicación diaria.
Observar con frecuencia, de manera directa y con la cabeza en posición neutra, sin levantar el mentón. Al dirigir la mirada hacia la persona, especialmente a los ojos, mostramos que no evitamos el enfrentamiento ni tenemos nada que ocultar, ya que expresamos claramente lo que queremos comunicar. La cabeza debe mantenerse recta; si la inclinamos hacia arriba, puede parecer arrogante o condescendiente, y si la bajamos, transmitimos inseguridad, vacilación o timidez.
Variaciones y uso de la voz, sonidos claros. El volumen de nuestra voz debe ser claro, ni demasiado alto ni bajo, y bien articulado para que se entienda, especialmente cuando establecemos un límite o negamos algo. Además, la velocidad al hablar debe ser adecuada; hablar demasiado rápido puede denotar nerviosismo o ansiedad. Alternar tonos altos y bajos, subrayando los puntos importantes, es esencial para transmitir firmeza.
Emplear posturas abiertas y gesticular con las manos, mostrando expresividad corporal. La postura asertiva se desarrolla al mantener una posición abierta, evitando cruzar en exceso brazos y piernas, lo que indica una postura cerrada. Mover las manos mientras hablamos comunica que nuestro cuerpo respalda lo que decimos de forma natural, y que estamos dispuestos a interactuar, incluso si nuestra postura es firme y clara.
El contacto físico natural debe ajustarse a cada situación. Es fundamental usar el contacto físico con precaución, ya que no todas las personas lo aceptan de la misma manera. Lo ideal es utilizarlo cuando sabemos que la persona está cómoda con ello; de lo contrario, es mejor evitarlo o proceder con cautela.
Gestos de seguridad que buscan la simetría y la firmeza, junto con movimientos asimétricos y fluidos. La firmeza se refleja en una postura simétrica, con los brazos y piernas alineados para transmitir seguridad. Sin embargo, no debe haber rigidez, por lo que es útil mezclar gestos simétricos con movimientos asimétricos para expresar flexibilidad. Por ejemplo, cruzar los brazos al establecer un límite mientras mantenemos una postura abierta y movimientos fluidos al exponer nuestras razones de manera clara.
Una sonrisa acompañada de otros gestos, incluso en situaciones de conflicto. La sonrisa, aunque parezca contradictorio, está asociada con la firmeza. Usarla en momentos de tensión no implica falta de seriedad; por el contrario, refuerza la interacción social y disminuye las posibilidades de conflicto, actuando como regulador en las conversaciones.
Es importante que haya consistencia entre lo que decimos y nuestras señales no verbales. El mensaje verbal debe coincidir con nuestros gestos y tono de voz. No podemos afirmar seguridad sobre un tema mientras encogemos los hombros, lo que transmite dudas o falta de interés. La coherencia entre lo verbal y lo no verbal es clave para transmitir firmeza.
Es fundamental alinearnos y acercarnos a la persona o grupo con el que estamos tratando. Usar el cuerpo para crear una conexión, sin retroceder ni distanciarnos, demuestra que no tememos la crítica o la solicitud directa. Esto también refuerza nuestra posición sin transmitir inseguridad.
Evitar gestos nerviosos o automanipulaciones. Este tipo de comportamientos, como morderse las uñas o ajustar la ropa, pueden indicar ansiedad o incomodidad, lo que no es adecuado cuando queremos proyectar firmeza. Respirar de forma serena y pausada es una herramienta útil para evitar estos gestos y mantener la calma.
La seguridad y la firmeza en nuestra comunicación no solo dependen de lo que decimos, sino también de cómo lo expresamos a través de nuestro cuerpo y voz. Mantener una postura abierta, controlar nuestros gestos y tono de voz, y ser coherentes entre lo verbal y lo no verbal nos permitirá proyectar confianza y claridad. Al practicar estas claves, podremos comunicarnos de manera más efectiva y lograr que nuestras ideas y posiciones sean comprendidas sin generar tensiones innecesarias.
Belén Stettler es una líder en comunicación política con una sólida formación académica y experiencia profesional. Como becaria del prestigioso programa Fulbright, participó en un programa de Política y Liderazgo Político en la Universidad de Massachusetts, donde se especializó en liderazgo y estrategias políticas. Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA), con orientación en opinión pública y publicidad, Belén ha desarrollado una carrera enfocada en la comunicación estratégica. Completó una diplomatura en Comunicación Gubernamental en la Universidad Austral, destacándose en la planificación y ejecución de estrategias de comunicación para la gestión pública. Con más de una década de experiencia, ha trabajado tanto en el sector público como privado, capacitando a líderes y funcionarios en habilidades de comunicación y liderando campañas a nivel nacional, provincial y municipal.