Solo 2 palabras son suficientes para alcanzar el nivel de experto en un intercambio de opiniones diferentes, reduciendo discusiones y aumentando la persuasión. Estas palabras están relacionadas con una emoción. Sorprendentemente, aplicar la empatía a través del lenguaje verbal y no verbal resulta muy útil tanto en el ámbito personal como en el profesional. Quienes creen que en el trabajo solo se aplica el cerebro «pensante» o racional, y que las emociones deben mantenerse al margen, están algo desactualizados.
La frustración en las discusiones
Cuando dos personas discuten sobre un tema y no logran convencer al otro, es común que aumenten el tono de voz, gesticulen más y adopten una postura más agresiva. Esto se debe a que la frustración de no poder transmitir su punto de vista les desencadena ira. Sin embargo, esta reacción emocional y física no ayuda a acercar las posturas, sino que las aleja aún más. Por lo tanto, el primer paso para lograr una comunicación efectiva es controlar esa frustración y evitar caer en un estilo de discusión más agresivo, especialmente si se trata de personas más impacientes y dominantes.
“Te entiendo”: una herramienta poderosa
Decir “te entiendo” puede ser mucho más poderoso de lo que parece. Estas dos palabras ayudan a que la otra persona no te vea como un adversario, sino que sientes empatía y puedes conectar con ella. Al decir “te entiendo” y luego explicar en tus propias palabras lo que comprendes de su perspectiva, le muestras que has escuchado y analizado su posición, sin necesariamente estar de acuerdo. Esto hace que la otra persona se sienta más receptiva a tus argumentos posteriores, mejorando así la efectividad de tu persuasión.
La empatía: conexión y reflexión
Decimos “Te entiendo” para que la otra persona se sienta más tranquila y nos escuche mejor. Pero la empatía involucra a ambos en la conversación. Si decimos “Te entiendo” y luego describimos la perspectiva del otro, automáticamente activamos una respuesta empática en nuestro cerebro, lo que nos permite comprender realmente cómo se siente el otro, tanto a nivel cognitivo como, para la mayoría, a nivel emocional y experiencial. Desde esa posición, la forma en que reformulamos nuestro argumento y, especialmente, el lenguaje no verbal que usamos, serán muy diferentes a si nos dejáramos llevar por la impaciencia o la ira. Puede ser difícil de visualizar al principio, pero si lo intentas y estás atento, podrás comprobar por ti mismo los excelentes resultados.
La versatilidad de la empatía
El uso de la empatía es amplio y versátil. En el ámbito profesional, puede ayudar a abordar situaciones delicadas, presentar propuestas y opciones en presupuestos, conflictos, mediación y negociaciones. En lo personal, puede servir para convencer a un hijo rebelde a que se calme y esté dispuesto a escucharnos, ya que se sentirá comprendido. Siempre que haya un intercambio entre personas, la empatía es una herramienta valiosa. Dada su importancia, la empatía y sus mecanismos se están enseñando y aplicando en diversos ámbitos, como en el caso de los médicos y las fuerzas de seguridad, quienes reciben formación para poder convencer sin necesidad de recurrir a la fuerza. Incluso, la inteligencia artificial está incorporando la empatía, lo que permitirá que los robots sean empáticos.
La diferencia entre empatía y manipulación
La intención no debe ser manipular, sino entender mejor al otro y acercarse a su perspectiva. Cuando manipulamos, solo buscamos nuestro propio beneficio. En cambio, cuando acercamos posturas, reconocemos que ese esfuerzo extra de ser empáticos nos llevará más tiempo, paciencia y esfuerzo mental. Pero así lograremos comprender realmente al otro, y desde ahí desbloquearemos la situación. Eso sí, hay que tener cuidado de no empatizar demasiado y perder de vista nuestros propios objetivos.
Claves para discutir de manera efectiva
Cómo poder discutir de manera efectiva sin elevar el tono, ser agresivo o insistir demasiado: Es importante mantener la calma y la compostura durante una discusión, incluso cuando los ánimos se puedan calentar. Gritar o perder los estribos rara vez ayuda a resolver un conflicto, y por el contrario, puede escalar aún más la situación. Es mejor hablar con firmeza pero de manera tranquila y respetuosa, escuchando atentamente al otro punto de vista y buscando puntos en común.
Asimismo, es crucial evitar ser agresivo o confrontacional, ya que esto solo pondrá a la otra persona a la defensiva y cerrará las puertas a una resolución constructiva. En su lugar, se debe intentar entender la posición del otro y expresar los propios pensamientos y sentimientos de forma asertiva pero sin atacar.
Buscar el equilibrio en las discusiones
Por último, si bien es importante defender las propias ideas y no ceder fácilmente, tampoco se debe insistir demasiado o hasta el cansancio. Llegar a un punto muerto o a un callejón sin salida rara vez es productivo. Es mejor buscar el equilibrio entre mantener los principios y ser flexible para llegar a un acuerdo o compromiso razonable.
Belén Stettler es una líder en comunicación política con una sólida formación académica y experiencia profesional. Como becaria del prestigioso programa Fulbright, participó en un programa de Política y Liderazgo Político en la Universidad de Massachusetts, donde se especializó en liderazgo y estrategias políticas. Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA), con orientación en opinión pública y publicidad, Belén ha desarrollado una carrera enfocada en la comunicación estratégica. Completó una diplomatura en Comunicación Gubernamental en la Universidad Austral, destacándose en la planificación y ejecución de estrategias de comunicación para la gestión pública. Con más de una década de experiencia, ha trabajado tanto en el sector público como privado, capacitando a líderes y funcionarios en habilidades de comunicación y liderando campañas a nivel nacional, provincial y municipal.